Consumo y abuso de sustancias: el fentanilo y otros opioides

En los últimos meses el fentanilo ha tomado relevancia en el ámbito gubernamental y social de nuestro país, debido a que su uso ha comenzado a expandirse alrededor del mundo. Se trata de una sustancia potencialmente adictiva desde el primer uso, que puede tener efectos graves en la salud, hasta, incluso, ocasionar la muerte.

En esta entrada se describirá qué son los opioides y cómo se relacionan con el fentanilo, cómo surgió el consumo y uso (historia) de esta sustancia y se explicará por qué son potencialmente adictivos.

Breve historia de los opioides

Para entender el fentanilo, es necesario entender qué son los opioides y cuál es la crisis que presentan en la actualidad.

Los opioides son sustancias que derivan del opio, en específico, del jugo del fruto de la amapola (Papaver somniferum). Todavía se desconoce en qué momento empezó a cultivarse, pero se tienen registros de su uso desde alrededor del 2000 a. C., cuando los sumerios nombraron al jugo de esta planta “felicidad”. En el papiro Ebers, que data del año 1500 a. C., se describía el uso del opio como tratamiento del llanto excesivo de los niños, por mencionar algunos ejemplos.1

El opio ha tenido un uso médico tan recurrente a lo largo de la historia que los representantes más conocidos de la medicina antigua como Hipocrates, Galeno y Paracelso recomendaban su uso. Su relevancia histórica es tal que se han declarado guerras en su nombre, mismas que han moldeado la geopolítica internacional. El abuso del opio se comenzó a documentar en el siglo XVI en Africa, Europa y Asia.1,2

En 1806 se aisló el componente activo del opio, la morfina, que recibió ese nombre en honor a Morfeo, el dios griego de los sueños. A finales del siglo XIX los opioides eran legales, ampliamente disponibles y económicos, pues la Morfina se consideraba libre de potencial de abuso2 

En 1898 se sintetizó la diacetilmorfina, que recibió el nombre de Heroína; el laboratorio Bayer declaró que era un medicamento más potente que la morfina, libre de potencial de abuso, por lo que se promocionó su uso para una variedad de malestares, incluyendo la tos en niños.1,2

A principios del siglo XX, el gobierno de los Estados Unidos comenzó a limitar el uso de opioides, y para 1924 la heroína fue declarada ilegal para cualquier uso. Incluso, 1980, el uso de opioides fue altamente restringido en la comunidad médica, los opioides eran temidos tanto por médicos como por el público general. En 1990 inició un movimiento de concientización y tratamiento del dolor que cambiaría esta perspectiva y que condujo a cambios legales, regulatorios, de práctica médica y a lasbarreras sociales que facilitaron el uso masivo de opioides de nueva cuenta.2

En 1995, con el lanzamiento de la oxicodona, hubo un aumento importante en la prescripción médica de opioides. Esto llevó a un aumento gradual, pero dramático en su consumo. De 1991 a 2013, el uso de opioides sin prescripción aumentó a más del doble y el abuso en más del triple. A partir del año 2000, las medidas para detener el consumo de opioides con prescrición llevó a un número creciente de personas a recurrir al mercado ilegal de opioides, donde aumentó la oferta y disminuyeron los precios; así, el 33 % de las personas que consumían oxicodona transitaron hacia la heroína.2,3

El papel del fentanilo en la crisis de opioides

El fentanilo es un opioide sintético, por lo que no depende de la disponibilidad del opio para su fabricación. Es 50 veces más potente que la heroína y su costo es menor.3

Tan solo en los Estados Unidos se estima que el fentanilo fue responsable de un aumento de la mortalidad por el uso de opioides 10 veces mayor que entre 2010 y 2017.

En la actualidad, no se tiene certeza del número de personas que consumen fentanilo pues en muchas ocasiones los usuarios no saben que lo están consumiendo, porque la heroína es adulterada con este opioide.3

¿Por qué los opioides tienen potencial de abuso?

De las personas a las que se les prescribe algún analgésico opioide, menos del 10 % desarrolla abuso.3 Entonces, ¿qué hace que tantas personas presente este problema de salud? La respuesta se encuentra en la naturaleza de los opioides.

La morfina, el fentanilo, la oxicodona o la heroína pasan de forma directa o con rapidez al torrente sanguíneo para llegar al cerebro, en donde los receptores opioides estimulan al cerebro para generar una sensación de bienestar, tal como lo hacen otras actividades que son consideradas placenteras, como la comida o el sexo. Inclusive, Se cree que la sensación de bienestar es mucho mayor a la fisiológic.4

A manera de anécdota, los usuarios relatan que esta sensación no se puede obtener de manera natural o con otras sustancias. Esto es lo que conduce a conductas aberrantes en las que el usuario llega a utilizar los opioides por el simple gusto de consumirlos, llegando, incluso, a deja de realizar cualquier otra actividad de su vida, derivado de que prioriza el uso del opioide.4-6

A pesar de que, en un principio, los opioides generan una sensación de bienestar importante, tienen la característica de que el organismo desarrolla tolerancia de manera rápida, por lo que la persona necesita consumir cantidades cada vez mayores para lograr el mismo efecto. Aunado a ello, la sensación que provoca la abstinencia es notablemente desagradable, pues incluye: sudoración, dolor abdominal, diarrea y búsqueda de la sustancia, por lo que la persona pronto necesita volver a consumirla.7

Depende del opioide la duración del efecto y la necesidad de volver a consumirlo. La heroína, por ejemplo, tiene una vida media de unos minutos, por lo que la sensación de abstinencia llega a las pocas horas de haberla consumido. En el caso del fentanilo, esto se vuelve especialmente importante, debido a su potencia, el malestar asociado a la abstinencia es mayor que con los otros opioides, por lo que las recaídas suelen ser la norma.3,7

Con el tiempo, los usuarios desarrollan conductas maladaptativas que incluyen aumento de la necesidad de consumir el opioide, incremento de las dosis consumidas o cambios a opioides más potentes, pérdida de la capacidad de controlar el consumo, pensamiento persistente sobre la obtención y el consumo de la sustancia, suspensión de actividades académicas, laborales y sociales y, finalmente, el involucramiento en actividades delictivas.3,6,7

Si tú o alguien conocido tiene problemas con su consumo de opioides, es momento de buscar ayuda. No dejes para para mañano algo que podría involucrar riesgos para ti y tu vida.

Nosotros, Grupo Punto de Partida, clínicas especializadas en salud mental y en trastornos por abuso de sustancias, podemos ayudarte a ti y a tu familia, pues contamos con tratamientos psiquiátricos de última generación y con especialistas médicos del más alto nivel.

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Referencias

  1. Brownstein MJ. A brief history of opiates, opioid peptides, and opioid receptors. Proc Natl Acad Sci U S A. 1993;90(12):5391-3.
  2. Dayer LE, et al. A recent history of opioid use in the US: Three decades of change. Subst Use Misuse. 2019;54(2):331-339.
  3. Volkow ND, et al. The changing opioid crisis: development, challenges and opportunities. Mol Psychiatry. 2021;26(1):218-233.
  4. Kosten TR, et al. The neurobiology of opioid dependence: implications for treatment. Sci Pract Perspect. 2002;1(1):13-20.
  5. Health Partners. A full time job in hell. [internet] Disponible en: https://www.healthpartners.com/blog/a-full-time-job-in-hell-my-journey-in-and-out-of-opioid-addiction/ Consultado el 23 de junio de 2023.
  6. Passik SD, et al. Opioid therapy in patients with a history of substance abuse. CNS Drugs. 2004;18(1):13-25.
  7. Wang S. Historical Review: Opiate Addiction and Opioid Receptors. Cell Transplant. 2019;28(3):233-238.
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